Articulo de María Varela. La Opinión. A Coruña 25 JUN 2024
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“Una medalla”, responde, todavía sonriente al recordar el momento en el que se la colgaron del cuello, cuando se le pregunta qué hizo y qué ganó el sábado pasado. “Fui a una carrera y me dieron una medalla”, añade Dani Blanco, un niño autista coruñés de 13 años apasionado por el deporte. A su lado están Lucas Prada y Pablo Barrado, de 15. Los tres fueron los grandes protagonistas del acuatlón Pho3nix Kids by Javier Gómez Noya, una . Solo por el hecho de atravesar la línea de meta. Dani cruza muchas en su día a día en su camino de superación hacia la autonomía personal. Y ahora empieza a hacerlo en el deporte. Dani nada. Dani corre. Dani anda en bici. Dani vuela —@ElvuelodeDani es la cuenta de Instagram en la que su madre Patricia cuenta su historia—. Pero al ser su primera competición de este estilo necesitaba apoyo. Y a la llamada acudieron, con orgullo, sus compañeros del Hércules Termaria. Ellos competían al día siguiente en el Nacional, pero no dudaron en hacer los 200 metros de natación y los 1.500 de carrera a pie a su lado, incluso ayudándole en las transiciones, lo más complicado para él, a calzar las zapatillas. El esfuerzo de Dani y la generosidad de Lucas y Pablo transformaron el triatlón en un deporte de equipo. Y dieron un ejemplo de compañerismo y deportividad.
Sus dos amigos sonríen recordando la carrera. El segmento de natación fue complicado. “El agua estaba muy fría”, se queja Dani. No había neopreno que bastara y, además, era la primera vez que competía en mar abierto, acostumbrado a entrenar en una calle de piscina de la Casa del Agua en la que el camino es recto. “Se paraba todo el rato y teníamos que ir animándole para que siguiera”, dicen sus compañeros. “Íbamos uno a cada lado por si acaso le pasaba algo, para apoyarle. Y también le ayudamos a quitarse el neopreno y a ponerse los tenis en la transición”, apunta Lucas. “Le fuimos guiando y también le animamos porque a veces se paraba”, aporta Pablo, que resta importancia a su parte del trabajo:
“¿Si puedo ayudarle, por qué no iba a hacerlo? Llego a la meta y, además, estoy ayudando a una persona que lo necesita”. Aunque el objetivo final es que Dani pueda competir solo en un futuro próximo como ya hace en las pruebas del circuito de Coruña Corre en las que completa sin ningún tipo de ayuda carreras de más de dos kilómetros y medio.
El deporte es fundamental para Dani. “Le encanta, es su pasión”, confirma Patricia, su madre. “Y le ayuda en todo. Como adolescente ya necesita hacer deporte, pero por su condición, más, para estar más regulado. Es indispensable”, continúa.
Pero las federaciones todavía no están preparadas para cubrir las necesidades y acoger a personas como él. Para empezar, la prueba en la que participó ni siquiera contemplaba la posibilidad de salidas inclusivas, por lo que no podía contar con sombras. Lo que tuvieron que hacer Lucas y Pablo fue pagarse la inscripción por su cuenta como dos participantes más. “Lo estamos intentando. Sí que hay carreras de la Federación Gallega que lo permiten y si se avanza es
gracias a este club, que se está moviendo mucho”, indica. Además, cuando se habla de discapacidad en el deporte, siempre se piensa en la física. “Creo que es muy importante que niños como Dani empiecen a competir para los que vengan detrás. Porque si no lo muestras, nada va a cambiar”, explica. “La verdad es que yo no conozco a ningún niño con las condiciones de Dani que vaya a competiciones. Creo que todavía hay mucho miedo. Y, por otra parte, si Dani ha podido ir es gracias a sus compañeros”, agradece. Aprende por imitación. Primero necesita ir acompañado y después ya puede solo.
Si las federaciones todavía tienen que mejorar, los clubes están un paso por detrás. Cuando a Dani se le pregunta qué le gusta más, si correr o nadar, lo tiene muy claro: “correr”. Por eso sus padres intentaron apuntarlo en atletismo, con dos malas experiencias. “En uno de los dos clubes a los que fuimos directamente nos dijeron que Dani lo que tenía que hacer era manualidades. Ya no terminó ni el día de prueba. Nos lo llevamos”, desvela el padre, Iván, que todavía se
enfada cuando lo recuerda. La recepción en el Hércules Termaria, con Miguel González como entrenador, fue completamente la opuesta, igual que en AMI con la escalada, donde ya lleva tres años, y con Prado Surf, con los que se inició sobre las olas cuando solo tenía ocho: “Nos hicieron un par de preguntas... y no necesitaron nada más”. Normalidad. Inclusión. Superación.